Érase una vez una mujer que aseguraba tener todo lo que deseaba, todo salvo una cosa, una pequeña niña. Cierto día, una anciana vendedora que por allí pasaba se apiadó de la mujer vendiéndole unas semillas mágicas, de las semillas brotó una hermosa flor que en su interior escondía, ¡oh sorpresa!, una niña, tan pequeñita, tan pequeñita que llevó por nombre Pulgarcita.