Muy hacendosa, limpiaba la ratita presumida su pequeña casa, pero aquella mañana se llevó una grata sorpresa, “¡una moneda de oro!”, exclamó maravillada, ¿cuántos bonitos regalos podría comprarse? Piensa que te pensarás, decidió invertirlo en un hermoso lazo que luciría perfecto en su bella colita, y dicho y hecho. La ratita, lazo en cola, se sentó muy vanidosa a la entrada de su casa para que todos los vecinos pudieran admirar su hermosura.