En una magnífica hacienda las flores y los árboles le deben su cuidado a Larsen, su leal jardinero. Las frutas y las plantas de aquellos jardines son tan famosas que hasta en palacio se reconoce su belleza y sabor, pero no así en la familia para la que trabaja el noble Larsen, entre sus críticas y exigencias es difícil encontrar una palabra amable o de gratitud, aunque el tiempo sabrá reconocer al paciente jardinero su maravilloso trabajo.